El suplicio de Marsias

martes, enero 31, 2017



The Flaying of Marsyas, Roman, Imperial (1st-2nd century AD), from Rome, Louvre Museum (7462768132).jpg

De Carole Raddato from FRANKFURT, Germany - The Flaying of Marsyas, Roman, Imperial (1st-2nd century AD), from Rome, Louvre Museum Uploaded by Marcus Cyron, CC BY-SA 2.0, Enlace

El pobre Marsias (Μαρσύας) que era un sátiro, no en el sentido que estáis pensando sino en el mitológico, no tuvo mejor idea que retar al dios Apolo ( Ἀπόλλων) a un concurso musical en el que el perdedor quedaría totalmente a merced del ganador. Marsias  que solía ejercer de descuidero, se hizo con una flauta que había abandonado la diosa Atenea (Ἀθήνα). La cosa ocurrió un día en el que  la bella diosa tocando el instrumento en la orilla del río, vio en el reflejo del agua como sus hinchados mofletes deformaban su divino rostro y horrorizada tiró la flauta a hacer puñetas. El caso es que el sátiro se puso a ensayar con el instrumento (seguimos hablando de mitología)  y al cabo del tiempo alcanzó tal destreza que pensó que tocaba como los mismísimos dioses. Se lo creyó tanto que llegó a decir que su flauta sonaba mejor que la lira de Apolo ¡Hasta ahí podíamos llegar! Tiempo le faltó a Apolo para ponerlo en su sitio. 

El concurso como era de esperar lo venció Apolo. Hay quién dice que las Musas (μοῦσαι),  que ejercían de jurado, pitaron a favor del grande, lo típico. El caso es que el pobre Marsias perdió algo más que la honra. Recordad que el vencedor podía hacer al perdedor lo que quisiera (sigue siendo mitología) Los dioses griegos no eran precisamente misericordiosos, es más, tenían muy mala leche. 

Como castigo a su hibris Marsias fue colgado de un olivo y desollado vivo por Apolo. Su sangre formó el río Marsias, el río de la ira.

La imagen de Marsias colgado forma parte de la iconografía clásica y fue especialmente recurrente en el barroco. Encajaba mucho en la época por aquello del dramatismo y  por la posibilidad de la recreación de una anatomía en tensión que tanto gustaba por aquellos tiempos. También tuvo repercusión en le arte religioso, no es descabellado ver la influencia de las reproducciones de Marsias en las imágenes de algunos mártires y crucificados.

En el Louvre de París, en la sala 17 de Sully está el trozo de mármol que acompaña la entrada, el pedrusco en cuestión, es una copia romana de un original de la escuela de Pérgamo del siglo III a.C. y parte de un conjunto más complejo perdido. El mérito o la novedad radica en que no representa una figura de un joven atleta en posición frontal o en contraposto como en el clasicismo, es un hombre maduro colgado de las manos. Ya no se trata de un estudio de musculatura y fuerza en acción, sino una recreación de la tensión muscular extrema y apunto de colapsar.


Yo de estar apunto de colapsar, de estar colgado y de tensión muscular estoy aprendiendo un huevo, es lo que tiene el entrenamiento funcional. Cada vez que intento hacer una dominada (he dicho intento) me acuerdo del pobre Marsias. El otro día el espejo del gimnasio me devolvía la imagen de un señor mayor colgado y con cara de sufrimiento extremo ¡Cómo no recordar a Marsias! Es más, creo que el anónimo autor de la escultura, en uno de sus paseos por el Gymnos, vio  a un maduro hemerodromo que dispuesto a prolongar y mejorar su vida como corredor, había comenzado a trabajar la fuerza y se afanaba en intentar hacer su primera dominada. Blanco y en botella.

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3 comentarios

  1. Muy buen post. Da gusto aprender mitología así.

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  2. Eso de dominadas y gimnasio suena muy militar jeje bueno, que la fuerza te acompañe... ¿dominadas? Hostia, hacía unas cuantas de joven, ahora igual hago una jaja

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  3. muy buen post Alex,... yo también me dejo la piel en el gimnasio como Marsias para ver a los Apolos pasearse poniendo 5 veces más peso que yo!

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