Midiendo

lunes, junio 01, 2009


Desde el mismo instante en el que nacemos nos empiezan a medir y a comparar, pesas 3 kilos 800 gramos, mides 53 centímetros, ya eres más gordito, más flaco, más largo o más corto que tu hermano, tu vecino o tu desconocio compañero de habitación. Enseguida eres sometido a un percentil donde estas en un 80 o en un 20, tus padres estan orgullos o preocupados de un mero dato estadístico. Empiezas a andar antes que "Fulanita" o más tarde que "Benganito", hay comparaciones sobre dientes, gateos, horas de sueño y cantidades de caca. Sobre cuando te sale el bigote o cuanto te crecen las tetas.

Enseguida descubres que el 4.9 es suspenso y el 10 sobresaliente, que existen los primeros y los últimos, que hay medalla de bronce, plata y oro. Que puedes estar dentro o quedarte fuera, que existe una cosa terrible llamada baremo que hace que puedas estudiar una cosa u otra, que condiciona tu acceso a una vivienda, a un trabajo o a un sueño. Todos partimos de la salida pero unos terminamos en 2 horas y otros en una.

Dicen que lo que no se puede medir no existe. Hoy nos atrevemos a medir empatía, liderazgo, responsabilidad, asertividad, esfuerzo.... Medir siempre es comparar, son odiosas las comparaciones dicen. La única comparación posible es contigo mismo, ser un poquito mejor cada día, ganar a tu versión anterior.

Siempre hay alguien más rápido, más guapo o más alto. Siempre habrá John Holmes y Bikilas.

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2 comentarios

  1. Viva la relatividad!

    Las comparaciones son odiosas...no digo que no sean necesarias. Hay que saber llevarlo,jejejej

    Saludos!

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  2. Creo que nunca, bajo ningún concepto y de ninguna manera, hay que compararse con nadie porque una de las grandezas que tiene el ser humano ante otras especies es precisamente que somos diferentes. Hay que fijarse en uno mismo y no en los demás. Todo lo que no sea eso conduce a lo negativo y a los complejos.

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