Una buena noche para echar cervezas

lunes, julio 20, 2015



 
Postureo maratoniano en el primer paso por el Portal de Francia

En Pamplona hace mal tiempo, por eso le llamamos Mordor. Aquí hasta el verano es corto e intermintente y rara es la noche que no refresca. Hay pocas veladas en las que se pueda estar en la calle en manga corta, en una terraza o en la calle tomando cervezas. La noche del 27 de junio de 2015 fue una de esas y a mi me pilló corriendo una maratón. Nunca he visto en Pamplona una carrera con tanta animación y tanto "calor" de público, pero no me engaño, era una buena noche para echar cervezas y encima con espectáculo gratis, gente corriendo por todas partes.

Los que pasáis por aquí de vez en cuando sabéis que después de la experiencia de Sevilla le tenía ganas a la maratón, no era revancha, solo una espina clavada. No llegaba en las mejores condiciones, pero no podía perder la oportunidad de quedar en paz conmigo mismo en casa. Una apuesta "doble o nada", si las cosas no volvían a salir bien me retiraba de la distancia, ahora lo puedo decir. Esto de las maratones no es para siempre y el cuerpo empieza a quejarse y a mandar avisos en forma de lesiones. El entrenamiento trajo dolor y el dolor limitó el entrenamiento, muchas ganas y pocos kilómetros.


Pimeros kilómetros, eramos jóvenes y felices.

El plan era pegarme la liebre de cuatro horas, 5:40 es un ritmo fácil para mí (eso creía) si la rodilla aguantaba, estaba hecho. Salí muy atrás y las liebres muy adelante, me tuve que poner a 4:40 durante un zigzageante kilómetro para poder alcanzarles, lo típico que se recomienda, de más a menos. Los primeros kilómetros fueron gozosos, calles llenas, corriendo entre amigos, risas y calor. De esos primeros momentos recuerdo especialmene el paso por la Plaza de la O y los ánimos de las familias del Dravet que atendían el primer avituallamiento, orgulloso de llevar la camiseta morada en un día tan especial. Ahí mismo recibí el primer ánimo de mi familia, las maratones cuando están ellas son mejores. Poco a poco nos fuimos alejando del centro y del público, pero no importaba el ambiente del grupo era suficiente. No había dolor en la rodilla y el ritmo era asumible, corríamos junto con los del la media, los grupos eran numerosos y me sentía feliz de volver a estar corriendo una maratón aunque hacía un calor impresionante hasta el paso por el Polígono de Landaben se me hizo corto. Pasar por mi barrio corriendo una maratón es un lujo que he vivido dos veces y me encanta. Los kilómetros no estaban muy bien señalizados ni medidos y eso nos hizo dar algún tirón y despistarnos algo con el ritmo. La subida al Portal de Francia fue épica, gente, gritos y caras queridas. Tal fue el despliegue que me quedé tocado, las pulsaciones subieron y no volvieron a bajar.

 
Despedida de la media maratón

El paso por el centro de Pamplona incluida la despedida de la medida maratón fue otro de esos momentos que recordaré siempre. Dicen que en una maratón tienes que pasar la media con las fuerzas intactas y como sino hubieses empezado a correr, no fue el caso. Tenía las pulsaciones muy altas y el ritmo de 5:40 se me empezaba a hacer endiablado, así no iba a llegar muy lejos, tocaba activar el plan B. Esperé a que terminase el paso por el Casco Viejo y después del segundo paso por el avitullamiento Dravet me acerqué a Novatillo y le dije que me quedaba y que cuando viese a mi familia le dijese "que iba a llegar", escrito así parece una despedida de trinchera pero en las carreras siempre me preocupo más por los que me esperan que por mi. Kilómetro 25, solo y tocado, aquello no pintaba bien, no era la primera vez, ya sabía de que iba el tema. La rodilla no dolía y en ningún momento dudé que iba a llegar.
A partir de ahí, todo fue más mental que físico, descontar kilómetros, pensamiento positivo, hidratar y no dejar de correr. Recuerdo el paso por la carretera de Miluze, la oscuridad de la noche solo rota por la luz de los focos, el ruido de los generadores, el olor a río y una fila de corredores silenciosos andando lastrados por sus sombras. Curiosamente, a pesar de la que me tenía encima, en ese momento me recuerdo feliz. Estaba volviendo a correr una maratón, era lo que quería y lo iba a conseguir.
Pasaron los kilómetros con más pena que gloria, parecía más una tirada larga de domingo que una carrera, solo y en un camino mil veces recorrido. De vez en cuando pasaba a un corredor, otras veces era yo el rebasado. El panorama era muy feo, la gente iba rota. En Trinitarios alcancé a una de las liebre de 4 horas, el compañero de Novatillo y me contó que no habían podido mantener el ritmo, el del mazo la estaba gozando. Cada vez me costaba más correr pero sabía que cada zancada, o lo que fuera aquello, me acercaba un poco más  a la meta. A partir de ese momento hicieron su aparición entre la oscuridad  ángeles de la guarda que me fueron llevando a la meta: dos transeúntes pedo que me ofrecieron una litrona y me hicieron sonreír, Vierin que me acompañó en la Cuesta de Capuchinos y me dio sales, Vicente que corrió conmigo hasta el Puente de Alemanes para que no me parase, Javier el corredor de Castelló con el que caminé un rato, Novatillo al que alcancé e intenté animar en Aranzadi, Roberto que me animó y me echó agua en el Portal de Francia, el bueno de Aristu que después de correr su carrera se fue a animar en plena cuesta, Bea, Koldo, Iñigo, Mikel, los voluntarios, policías y todos aquellos que no recuerdo y que con sus aplausos y palabras me hicieron menos duros esos kilómetros.

 
Las incondicionales #muestasquecorren
Antes de alcanzar la meta tuve que sufrir unos calambres en los cuadriceps en la calle Dormitalería que casi me tiran al suelo, pero ya nada me iba a parar, lo iba a volver a hacer. Las muetas que corren me dieron el ultimo empujón casi en la recta de meta y me metieron para dentro de la plaza donde me abracé con los restos del pelotón chiflado y pude reunirme con mi familia.  Me fui casi a 4 horas 15 minutos, no fue como lo habíamos soñado, pero volvió a ocurrir, se llama  maratón.


P.D. San Fermín Marathon no solo fue la oportunidad de volver a sentirme maratoniano, tuve la oportunidad de convivir con un puñado de gente maravillosa y eso vale más que muchas carreras.




P.D. 2 Y sí, lo volví hacer, al día siguiente corrí la Carrera del Encierro.


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15 comentarios

  1. Me encanta leerte así tras Sevilla. La maratón te debía una y aunque costó, te la cobraste. Gran finde en Pamplona.

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  2. Joder, se sufre en un maratón, en alguno más en otros menos pero se padece jejeje... Después de leer tu crónica y además por el tiempo que hiciste y todo (que es relativo además de poder medirlo), me has transportado a mi primera experiencia en la distancia... se sufre como un cabrón pero bueno, se goza poder vencer el sufrimiento cuando ya toca gozar.

    En fin, felicidades por tu maratón de casa... y muchos animos además de fuerza!!!

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  3. Leerte ha sido como volver a casa. Por dos razones. Porque aunque yo me haya parado y el mundo haya seguido dando vueltas, sigues despertando mi admiración con lo que corres y con lo que cuentas. Y porque me has recordado con añoranza que una vez yo también corrí en Mordor. Felicidades Alex.

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  4. Alex, todo lo que sentimos cuando os vemos con la camiseta morada, toda la ilusión que poneis en vuestras carreras, la sonrisa que nunca os falta cuando nos veis ....gracias, y desde aquí, gracias a tod@s l@s corredores del equipo Reto Dravet, el Equipo de Corredor@s Solidari@s más Grande del Mundo!!!!!!!!

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  5. Grande Alex, me alegra que saliera el "doble", así tendré oportunidad de volver a coincidir en alguna locura de estas.

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  6. Bien, Álex, bien... al final siempre llega la meta. El esfuerzo nos valió mucho la pena. Solo discrepo contigo en el tema del calor. No hizo tanto. :-P
    Te debo una paella. ¿Cuándo vienes?

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  7. Ese calor y cuestas lo complican todo. Pero como dices, es una oportunidad para reunirte con gente grande que comparte tu afición de correr.

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  8. Enhorabuena Alex!! has cruzado meta y eso lo que cuenta!! siempre queda la experiencia y es otro maratón más para tu mente y cuerpo.
    Los factores externos no los podemos controlar, una maratón con el calor que os hizo ese fin de semana debió ser muyy duro!!
    Disfrútalo y descansa!!
    bss
    Tania

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  9. Dios, Alex, me ha emocionado leerte. Supongo que me he metido en tu relato y he recordado mis propias vivencias.
    Te merecías este Maratón, en casa con tu gente animando. Esta claro que la Maratón desgasta, pero que te quiten lo bailado...
    Un besazo y felicidades!!!!!

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  10. Eres un crac y me encanta leerte.

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  11. Felicidades Alex, me ha alegrado mucho leer que una vez mas has vuelto a sentir la esencia del correr y del maratón
    Genial Compi!!!!!
    un fuerte abrazo

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  12. Muy buena la crónica de la carrera, esa noche el calor fue el protagonista, todos terminamos fundidos y con calambres. Es de esos maratones de los que te hacen sentir orgulloso de haber participado.
    Un saludo y a por el siguiente.

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  13. Gran crónica Alex. Ese finde tuvimos casa rural con amigos y no pude estar ahi para animaros. Como vosotros consulté el tiempo varias veces al día los días previos y las peores previsiones se confirmaron. Yo soy un falso para el calor, para mí calor es todo lo que sube de 16-18 grados. Con más de 23-24 ni salgo. Cuando pasan estas cosas hay que ser capaz de reprogramar el cuerpo y la cabeza y ponerse en modo supervivencia donde la victoria está en llegar. Enhorabuena !!! Un abrazo

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  14. Perdona, estaba también participando en el maratón del sábado, el de este año, no tengo twitter, pero he visto que pedías la dirección de Adriá y de Atena (la chica de la silla de ruedas para enviarles la fotos) y el email es info@teamatena.com (y página web como puedes observar), muy bonita la foto.
    Un saludo de Julián

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